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Visita al…. MALBA


Acercarse al arte desde sus distintas expresiones debería convertirse en un hábito para quienes nos estamos formando como futuras docentes. En esta oportunidad, visité el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires. Tenía muchas ganas de entrar hace bastante, así que, ¿Qué mejor que aprovechar una linda tarde de sol para asistir? Si bien hay muchas exposiciones en simultáneo, tomé las que me parecían más significativas para ser visitadas con chicos.

En la entrada, y de forma gratuita, siempre se expone alguna obra que se destaca. Durante estos meses la elegida es Ballerina, de Jeff Koons, una escultura a gran tamaño de colores brillantes, tan delicada como imponente, imposible no querer explorarla por todos lados.

 


Al ingresar al Museo, me atrae la enormidad del lugar: el blanco es el color predominante en sus tres niveles, sus espacios son amplios y a través de los ventanales se observa el verde de los árboles que lo rodean. Todo fue claramente diseñado y estructurado para acompañar la estética. Está claro que lo que realmente es importante son las obras del lugar, distribuidas en varias salas.

  


La colección de arte permanente es, resumida, en una palabra, fascinante. Es una sala que inspira. En ella las formas, colores, texturas se entrelazan y generan distintas sensaciones en el espectador. Podemos encontrar esculturas de distintos materiales, obras de formatos diversos (de artistas de la talla de Diego Rivera, Frida Kahlo, Wifredo Lam, Emilio Pettoruti, Xul Solar, Antonio Berni y Jorge de la Vega, entre otros grandes nombres) y experiencias nuevas, como el sector de “ilusiones òpticas”. Cada subsector de esta gran sala representa un núcleo distinto: surrealismo, modernidad, tendencias abstractas, arte contemporáneo, minimalismo.


 

 





En otra sala del museo, una colección de arte precolombino. Estas piezas nos permiten acercarnos a las costumbres y creencias de pueblos de los cuales no tenemos testimonio escrito y constituyen verdaderos exponentes del arte latinoamericano. Esta colección consta de distintas urnas, vasijas, cabezas, collares, instrumentos musicales. Es una buena oportunidad para acercar a los chicos a un arte milenario, e implementar nuevas técnicas plásticas en la sala.
 








Otra de las salas expone obras de Jorge Macchi.  Obras sobre papel, videos, pinturas, fotografías e instalaciones forman parte de esta colección. La más llamativa se encuentra apenas se entra a la sala: un mapa interactivo que ocupa toda la pared, con imágenes y frases de distintas ciudades, al estilo “mapa de subterráneo”. ¿La particularidad? Tiene distintos sonidos los cuales se activan mediante botones en la pared. Fue algo que me sorprendió mucho, y me resultaba difícil no querer tocar todos los botones para descubrir el sonido de cada uno.
 


¿Por qué elegí compartir esta salida? ¿Qué implicancias puede tener en el jardín? Salí del Museo con la cabeza más abierta. Hay muchas ideas que se pueden tomar para trabajar en la sala, para pintar un panorama de acercamiento a distintos artistas. La visita al Malba, con una planificación previa, es genial para las salas más grandes del jardín. Si un adulto como yo todavía se maravilla y se asombra con este lugar, definitivamente estoy convencida que los más chiquitos también. La idea de museo aburrido debe ser desterrada. Deberíamos inculcar, desde nuestro lugar de docentes, la participación activa y la salida a recorrer este tipo de lugares.

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